¿DÓNDE
ESTÁN LAS ARCAS?
Si
repito que queda poco tiempo para salvar al planeta y que el apocalipsis está
por empezar, en seis años y algo más, con la seguridad que provee no solo la fe
sino también con claro rigor científico, puede resultar banal, cansino y
repetitivo para los necios, a quienes solo les importa el presente y por eso viven
como si nunca hubiera un mañana, pero el mañana es lo más seguro que existe en
este mundo, con o sin la humanidad, al menos por unos cuantos miles de millones
de años más.
Mientras
que las ratas, las hormigas, las cucarachas y otras especies “inferiores” al
hombre ponen todos sus esfuerzos en reproducirse y seguir aquí, con vida, este persiste
en su afán autodestructivo, ejecutando guerras, asesinando lo que más quiere y también
a lo que odia, incluyendo a la Tierra, por motivos sin justificación racional,
que rayan el absurdo y lo demencial, pero, especialmente, por avaricia y egoísmo.
Basta
observar cómo, en nuestras ciudades, las personas dedican unos minutos de cada
año a destruir las calles asfaltadas, quemando ahí monigotes que representan al
pasado (“años viejos”), como si de esa forma aquel pudiera borrarse, poco
después se quejan de las malas condiciones de las calles; los fabricantes de
plástico ganan mucho dinero pero no el suficiente para lavar sus conciencias,
porque aunque no hayan leyes que les prohíban (absurdamente) seguir fabricando
ese demencial contaminante, miran hacia otro lado para no ver cuánto daño hacen
al mar, ríos, ciudades y al planeta...¿No es por avaricia? Pero, en el fondo,
el problema con todos ellos es como el del micro tráfico, si no existiera demanda no podrían crecer los expendedores ni el tráfico a gran escala, de igual forma, si no hay
conciencia ciudadana seguirá fabricándose más plástico y, por tanto, habrá mayor
contaminación.
Pero
eso no es todo, cada día se siguen fabricando armas refinadas en letalidad, se
sigue creando máquinas de guerra que ahora incluyen armas interplanetarias, los
depósitos de armas nucleares siguen intactos y los dedos que activarán esas
armas de destrucción masiva todos los días se mojan en aceite; quizás podría ser más conveniente para la humanidad morir mediante explosiones nucleares masivas ya que el destino que le espera será peor que todo eso, de manera
lenta pero inexorable. El cambio climático asegurará un fin que ya sucedió en
el pasado, solo hay que ponerse a pensar en que si la capa de hielo de la Antártida se derritiera por completo los océanos del mundo subirían
más de 50 metros su nivel y habría un Armagedón en el que Guayaquil, Machala, Nueva York y
todos los países con ciudades costeras se convertirían en acuarios.
Ante esta situación pasmosa y desquiciada,
propiciada con total conciencia malsana y demoníaca, me viene a la memoria una
frase de Mika Waltari, en su inmortal obra “Sinuhé, El Egipcio”: “En vano
sumerges al hombre en la corriente del tiempo, pues, saldrá de ella tal como ha
entrado.”, queriendo dar a entender que su naturaleza, trágica, autodestructiva,
estará presente siempre no solo en sus genes sino en la historia de la
humanidad. Se confirma lo que digo con la descripción que hace la Biblia al
respecto del diluvio, pero no solo ese Libro sino también la 11ava Tablilla con
escritura Cuneiforme que describe la Epopeya de Gilgamesh, narrando con un
paralelismo sorprendente lo mismo que dice la Biblia sobre el diluvio pero con
una antigüedad de 5000 años antes que esos escritos del Libro Sagrado,
corroborando así la cronología histórica de los hechos; pero lo que importa
aquí es el comportamiento humano, igual que antes igual ahora, pocos prestan oídos
a las advertencias, muchos se dedican a todo lo contrario a lo que deberían
hacer, ahora que todavía hay tiempo...pero poco tiempo...lo dice con total
lucidez esta locura que padezco y que trae paz a mi alma porque sé que, al
menos, puedo hablar de esto, para liberar mi conciencia. ¿Cuántos van a
escuchar, no mis palabras sino el clamor de la razón?
Carlos A. Díaz, Machala, Enero 5/2021